¿Por qué asusta la palabra decrecimiento?

Cuando desde los partidos de la derecha, o ultraderecha, es decir, desde el capitalismo, o desde los partidos de la izquierda, socialdemócratas e incluso de algunos de la órbita comunista, se nos habla de crecimiento sostenible, nos están engañando, no hay crecimiento sostenible.

Si desde hace años, y cada vez antes, consumimos los recursos que el planeta es capaz de producir en agosto, a nivel mundial, e incluso en España ese límite lo superamos en mayo, es una falacia hablar de crecimiento sostenible.

Decrecer no significa vivir peor, sino vivir de forma distinta. Estoy seguro de que cada uno de nosotros encontraría en nuestros hábitos de consumo, desplazamiento y vida cotidiana, cosas de las que podemos prescindir sin afectar nuestra calidad de vida.

Pero, efectivamente, no solo con lo que hagamos cada persona que habita este planeta será suficiente. También están nuestros gobiernos, nuestros estados, las multinacionales y los bancos que nos incitan al consumo desaforado.

Pensemos por un momento: tenemos al lado de nuestra casa una guerra entre Ucrania y Rusia, aunque a nivel mundial existen muchas otras, donde cada día se disparan cientos de misiles de un lado y del otro, con un número de víctimas, según ellos mismos, absolutamente ridículo si lo comparamos con las producidas por el terremoto de Marruecos o por el ciclón en Libia.

¿Por qué pongo estos ejemplos? Porque todas esas emisiones de bombas, misiles, minas, etc., afectan a nuestro cambio climático, lo que al final acaba afectando a países como las inundaciones en Grecia, Libia y Sudáfrica. No creo que sea la causa del terremoto de Marruecos, pero sí de las posibles precipitaciones posteriores en la cordillera del Atlas, lo que podría hacer que las consecuencias para los damnificados por el terremoto sean aún más graves.

Decrecimiento y cambio climático están muy relacionados, más de lo que pensamos. Decrecer sin vivir peor implica dejar de comprar plásticos, usar el vehículo privado solo cuando sea necesario y no por la libertad de usarlo, reducir nuestros consumos y evitar tirar alimentos. También significa no cambiar nuestro smartphone porque haya salido un modelo nuevo, sino cambiarlo cuando realmente no funcione.

Hay tres palabras que debemos tener grabadas a fuego: REDUCIR, REUTILIZAR, RECICLAR, en ese orden, siempre en ese orden. Reducir nuestros consumos a lo realmente necesario, no comprar por comprar, no usar por usar, no tirar por tirar. No hay que estar a la última, no vamos a ser mejores personas por ello.

Reutilizar: cuando pensamos que algo se ha estropeado, puede tener arreglo o puede servir a otras personas. Utilicemos nuestra inventiva para darles una segunda vida, ya sea por nuestra parte o por parte de otros. En Logroño existe el programa de Logroño Limpio de Segunda Vida, y por cierto, con bastante éxito de utilización.

Y cuando efectivamente agotemos estas dos primeras opciones, no nos queda otro remedio que reciclar. Sin embargo, existen otras formas en las que se nos compensa por ese reciclaje, como el Sistema de Devolución, Depósito y Retorno (SDDR). Si hemos pagado un suplemento por ese envase, podemos obtener la devolución del importe del mismo si lo reciclamos adecuadamente. Es una asignatura pendiente en este país todavía.

Como mencioné antes, nuestra aportación individual es importante, pero también debemos ser críticos y exigir a nuestros gobiernos locales, regionales, estatales y supranacionales.

Fomento del transporte por tren, tanto de pasajeros como de mercancías. Supresión de aeropuertos infrautilizados y que no sean de larga distancia cuando haya alternativas en tren. Dejar de subvencionar los combustibles fósiles. Impuestos a las empresas que tienen beneficios escandalosos para realizar inversiones reales, con estudios de su impacto en energías verdaderamente sostenibles, como la eólica, fotovoltaica y geotérmica. Ayudas a la rehabilitación, sobre todo a las que promuevan una reducción del consumo energético. Promover las comunidades energéticas, apoyar al comercio local, y promover el consumo de productos ecológicos libres de pesticidas que contaminan nuestras aguas. Son muchas las cosas que podemos exigir a nuestros gobiernos, pero…

… estamos en España, preocupados si la investidura de Feijoo es un éxito. Si Sánchez pacta una amnistía con Junts o con Esquerra, si Sumar hace de puente, si se rompe España, por un lado o por otro, y no nos preocupamos por lo que nos afecta a todos y a todas y que trasciende nuestras fronteras, tanto autonómicas como estatales. ¡Que «Tutatis» nos coja confesados!

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *