Ecologistas de las pequeñas cosas

Acabamos de concluir en Logroño la semana europea de prevención de residuos. Una efeméride con la que reafirmar nuestra identidad europeísta y con que recomprometernos mejor con la sostenibilidad ambiental y los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Aspirar a ser reconocidos como una ciudad verde y circular en Europa exige también multiplicar nuestra capacidad relacional en la Unión Europea, ser más activos y más protagonistas en la construcción de Europa; aprovechar mejor sus beneficios, a través de una acción decidida por la cooperación y los fondos europeos; y aumentar la participación de Logroño en nuevas redes horizontales de ciudades que, como nosotros, han encontrado en lo verde un estímulo de futuro y una oportunidad de prosperidad para sus sociedades.

Semanas como esta nos permiten también mostrar los logros colectivos, fruto del compromiso de toda una ciudad con su entorno verde. Logroño es hoy una ciudad más ecologista, más verde y responsable con su medio ambiente. Así lo expresan los principales datos municipales de reciclaje y consumos. Una tendencia favorable que nos pone en una buena posición para seguir logrando nuevas marcas y mejores resultados.

Reconocernos como una ciudad europea verde implica también asumir ‘todos unidos’ que debemos seguir mejorando los indicadores ambientales de la ciudad, muy vinculados a la forma de vida humana. 

Necesitamos reafirmar las conductas, los hábitos y las actitudes más favorables al cuidado de nuestra biodiversidad y de nuestro entorno natural urbano. Necesitamos una unidad de acción colectiva, de instituciones, entidades y colectivos; e individual, a través de cada persona y cada día. En nuestras actividades domésticas, laborales, académicas, y de ocio y tiempo libre podemos cuidar de nuestro medio ambiente.

Frenar los efectos nocivos del cambio climático y lograr una ciudad preservada es una batalla que libramos también en cada hogar y cada centro de trabajo logroñés. 

Este ha sido precisamente el sentido último de la campaña “Cada gesto cuenta” de la UTE Logroño limpio y el Ayuntamiento de Logroño: expresar que la lucha contra el cambio climático y la salud ambiental es mucho más que las grandes conferencias, que las empresas multinacionales o Greta Thumberg. Es día a día, es en cada hogar. 

Los recursos se agotan y los residuos aumentan. Una realidad del consumo más presente si cabe desde la llegada de la Covid. Muchas de las medidas adoptadas para proteger el derecho a la salud y la vida llevan implícito un aumento del tiempo en los hogares. Y con ello, un aumento del consumo doméstico.

Es algo que ya nos advierten organismos como la FAO. Consuman bien, nos dicen, porque cerca de un tercio del consumo doméstico acaba convirtiéndose en despilfarro alimentario.

Así que, el objetivo principal de Logroño en esta semana europea de prevención de residuos ha sido este. Aconsejar para consumir bien. Hemos querido despertar en la ciudad a los ecologistas de los pequeños gestos, de las pequeñas cosas. Que somos todas y cada una de las personas. Porque con actitudes sencillas y hábitos simples también luchamos contra el cambio climático.

Hace unos meses, definí la naturaleza como un escudo natural para proteger la salud de las personas. Reflexioné que un medio ambiente sano y una vida sana son asuntos que no se pueden dividir. Son indivisibles. Presentamos entonces Escudo Verde. Un programa municipal nuevo, que tomaba como referencia las prioridades ambientales de la ONU y la Agenda 2030, para poner el medio ambiente al servicio de la salud de las personas. Más verde en Logroño es más vida.

Cada persona con responsabilidad ambiental está dando su mejor desempeño en las nuevas líneas de actuación y en la consolidación de las ya existentes, siendo conscientes de los márgenes de mejora y con la confianza en su más pronta resolución. Gobernar el medio ambiente exige siempre una mayor dedicación y entrega, conscientes que el escrutinio de nuestro trabajo se ejerce día a día y se evalúa a través de apreciaciones tangibles. 

Esta tribuna me brinda la oportunidad de pedirles a todas las vecinas y vecinos que nos sigan acompañando. Si protegemos el verde, el verde nos cuida. Si cuidamos del Logroño natural, naturalmente, Logroño cuidará de nosotras y nosotros.

Consumamos bien y consumamos mejor. Con tres R sencillas: reduce o adecúa los consumos en casa; reutiliza recursos y materiales; y recicla siempre.

Por Logroño, nuestro escudo verde.

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Momento para reflexionar en casa

No tengo ninguna duda de que vamos a salir de esta crisis del coronavirus. Lo que no sé es cuántas vidas humanas dejaremos atrás, sobre todo de nuestros mayores. Seguramente muchas, incluso puedo ser yo una de ellas. Pero a pesar de todo, lo que de verdad me preocupa es saber si vamos a ser capaces como sociedad de aprender, rectificar y trabajar en serio por una sociedad más justa que viva en comunión con nuestro planeta. 

Hace años, cuando llevábamos ya un tiempo padeciendo la recesión de 2007-08, una persona muy apreciada y compañera mía de muchas causas solía decir más o menos: “Cuando pase esta crisis que nos ha obligado a ir por la autopista a 80 km/h, la gente se olvidará y volverá a circular a 120, o si puede, a 140 km/h”. Y qué razón tenía, no aprendimos nada ni nos preparamos para nada de lo que nos podía venir.

Hoy nos encontramos ante un problema que en principio no tiene nada que ver con el otro. Mientras esta crisis es sanitaria la otra fue exclusivamente económica. Pero desgraciadamente, la importancia de esta emergencia ha sido y está siendo tan fuerte, que no cabe duda que afectará económicamente mucho e incluso más que la anterior a toda la sociedad.

La pregunta realmente es si aprendimos algo de la anterior. Porque en aquel entonces se hablaba de “refundación del capitalismo”, salimos a las calles para reclamar que “no es una crisis sino una estafa”, protestamos contra la financiación de los bancos a nuestra costa… Sí, así fue, a costa de todos y todas. Pero… finalmente, como bien decía mi amigo, cuando pasó la tormenta volvimos a circular a 120 y si no veíamos en el horizonte el radar de la Guardia Civil, a 140 km/h o más. 

Estamos en un momento crucial para llevar a cabo el cambio de modelo que necesitamos, pero… ¿seremos capaces de hacerlo? Vuelvo a tener mis dudas y explico el motivo. Hasta hace unas pocas semanas todos los sondeos de opinión y encuestas que se hacían mostraban que dos de las principales preocupaciones de la ciudadanía eran la lucha contra el cambio climático y la enorme cantidad de plásticos depositados en el mar. Pero… hete aquí que ha bastado con la declaración del “estado de alarma”, para que desaparezcan de los lineales de los supermercados toda el agua embotellada en “plástico” y que incluso se hayan puesto lineales suplementarios para esa agua embotellada en “plástico”. Lo que pase en el planeta parece que nos preocupa, pero, mejor en otro momento y que ahora no nos falte el agua embotellada. ¡Qué triste!

Si no aprendemos de esta crisis y no nos damos cuenta de lo importante que es esa lucha contra el cambio climático que teníamos en mente todas o casi todas las personas no es que sigamos con el riesgo de que podamos volver a tener pandemias que diezmen a parte de nuestra población, es que toda la humanidad estaremos condenados. Porque el Planeta seguro que sobrevive, pero nosotras no.

Estas semanas hemos visto como la reducción drástica de la producción mundial ha hecho que los niveles de contaminación se reduzcan notablemente. En el caso de Logroño, en tan solo una semana, los niveles de contaminación ambiental por óxidos de nitrógeno han disminuido un 25%; luego es posible hacerlo. Se ha mejorado la calidad del aire y de nuestras aguas. ¿Y si en vez de tener que hacerlo obligados por una pandemia lo hacemos por nuestro futuro y el de nuestros hijos e hijas? 

Me gustaría que durante estos días que todavía vamos a estar confinados nos preguntáramos de cuántas de aquellas cosas que nos parecían indispensables hace unas semanas podemos prescindir sin que por ello empeore nuestra calidad de vida.

Tenemos que tener en cuenta que si realmente queremos luchar contra el cambio climático, debemos cumplir con las “3 R” y en su orden, es decir: 

1º.- Reducir: Quitar todo aquello superfluo que durante este tiempo hemos visto que no nos es imprescindible, no solamente artículos, envases innecesarios, desplazamientos que se pueden evitar usando la tecnología para realizar video conferencias, viajes en coche para ir a por el pan, el periódico, el tabaco o mucho menos para ir a tomar un vino, cosa muy habitual desgraciadamente en nuestra ciudad.

2º.- Reutilizar: Antes de tirar nada y a pesar de la obsolescencia programada, pensar si no es posible reparar, darle otro uso, regalarlo, donarlo, hacer compost, …

3º.- Reciclar: Si tenemos algún residuo que no hemos podido darle alguna utilidad y no queda otro remedio que deshacernos de él, hacerlo adecuadamente depositándolo en el contenedor correspondiente sin que tengan impropios, es decir residuos que no les correspondan, para que su gestión posterior sea la más adecuada. 

Por todos y por todas, en estos momentos es muy importante que nos quedemos en casa #YoMeQuedoEnCasa, pero también es vital que aprendamos de esta terrible experiencia las cosas que son superfluas y que valoremos lo verdaderamente importante; la salud, la justicia social, los abrazos que hoy no podemos darnos, pero que son mucho más necesarios que una botella de agua o un rollo de papel higiénico.

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El carro de la compra, nuestro mejor carro de combate

Es curioso ver cómo a lo largo de miles de años algunas de las diferentes civilizaciones que han surgido en la Tierra han coexistido en lugares tan lejanos que ni siquiera han llegado a conocerse entre ellas. Contrasta con la globalización hiperconectada en la que vivimos actualmente y en el que prácticamente cada rincón resulta condicionado por lo que ocurre en el resto del mundo, para bien o para mal.

Y vaya si nos está saliendo caro el “para mal”. Los efectos negativos del neoliberalismo y su crecimiento insostenible no entienden de fronteras. El calentamiento global está acelerando procesos como la desertificación o la subida del nivel del mar y los desastres están afectando a todos los países sin distinción entre ricos y pobres. Ninguna cultura anterior había logrado contagiar a todas las demás con sus males. Hoy nos encontramos por tanto sin ninguna duda ante el momento más crítico de la historia de la humanidad. 

Estos días atrás se ha estado desarrollando en Madrid la vigesimoquinta Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, conocida como la Cumbre del Clima, y las sensaciones que me he llevado tras visitarla no han sido todo lo buenas que esperaba. Por un lado, en el ambiente estaba presente el negacionismo que determinados líderes mundiales están transmitiendo y desgraciadamente algunos políticos de diferentes ámbitos están copiando, aunque con más veneno que confianza. Por otro, hemos tenido que aguantar la hipocresía de muchas de las empresas multinacionales presentes, que a pesar de ser las mayores contaminantes del país no han tenido ningún reparo en marcarse el mayor y más desvergonzado lavado de cara verde.

En el momento en el que escribo estas líneas aún no tenemos noticias del posible acuerdo que puedan alcanzar nuestros dirigentes en este evento, pero podemos afirmar que no será tan ambicioso como necesita el problema. No obstante, me gustaría decir que aún nos queda un rayo de esperanza. 

Si atendemos a las causas que producen el aumento de la temperatura del planeta, veremos que destaca sobre las demás la acumulación de gases de efecto invernadero y las ciudades somos responsables del 70% de las emisiones. Este dato no solo nos responsabiliza si no que nos empodera enormemente para resolverlo. Somos a la vez causa y solución, pero debemos enfrentarnos a un profundo período de transformación para revertir nuestro impacto energético y medioambiental. 

El papel de las ciudades en la lucha contra el cambio climático es clave para cambiar la situación en la que nos encontramos. Modificando la forma en que planificamos, construimos y gestionamos podemos lograr enormes reducciones de gases nocivos. Trabajando en la rehabilitación de infraestructuras y edificios con un enfoque verde mejoraremos la eficiencia energética. Llenando nuestras calles de soluciones basadas en la naturaleza podremos adaptarnos mejor al ascenso de las temperaturas y mitigar el efecto isla de calor. Cada paso que demos debe ser estudiado para que la huella que dejemos sea nula o la menor posible. Pero para tener éxito es imprescindible que los ciudadanos y ciudadanas de las urbes formemos parte de la creación de ese tren del cambio y que además nos montemos en él.

Cada uno de nosotras y nosotros tenemos la posibilidad de transformar el sistema en que vivimos, pero para ello tenemos que basar nuestra felicidad en un “buen vivir” que no dependa de cuánto tengamos. Porque la forma en que pensamos y consumimos es el verdadero poder individual que tenemos la gente de a pie para cambiar el mundo. Reduciendo la adquisición de artículos como las compras excesivas y compulsivas, sobre todo en estas fechas, a las que nos incitan; consumiendo alimentos de cercanía, confiando en productos reutilizados y formando parte en definitiva de una verdadera economía circular lograremos que el mercado se adapte a nuestras verdaderas necesidades. No poniendo el reciclaje como elemento central de nuestra participación en la rueda como hemos creído mucho tiempo, si no optimizando el uso de los recursos durante toda la cadena, desde el principio hasta su conversión en otro material al final. Creo firmemente que el carro de la compra es nuestro mejor carro de combate para ganar esta batalla sin dejar a nadie atrás.

Hace ya una década, en la COP15 de Copenhague, unos activistas de Greenpeace, entre ellos Juan López de Uralde, se colaron en la cena institucional con una pancarta que decía: “Los políticos hablan, los líderes actúan”. Pues bien, hemos perdido diez años pero ya no nos queda otra que ser los líderes, ¡actuemos!

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Todos los votos son útiles

Este domingo hay que ir a votar otra vez. A pesar de que el pasado 28 de abril pensábamos que había pasado el peligro de que la derecha gobernara con la ultraderecha, el PSOE y Unidas Podemos no han sido capaces de llegar a un acuerdo.

No voy a ser yo, quien culpe a uno o a otro del motivo por el que no se ha alcanzó dicho acuerdo, lo que sí sé es que quien más responsabilidad tenía era lógicamente quien pretendía asumir la Presidencia del Gobierno.

Estamos en unos tiempos extraños, donde al menos aquí en La Rioja ya se ha pronosticado que de los 4 diputados a elegir, dos van a ser para el Partido Socialista Obrero Español y otros dos para el Partido Popular. Puede ser que las encuestas, los sondeos, las apreciaciones de los medios de comunicación no se equivoquen, pero esto no debe desanimar a quienes creen en otra opción a quedarse en casa. Todos los votos son importantes, y no es lo mismo sentarse a negociar, con “X” diputados, pero respaldados por muchos millones de votos, aunque no hayan obtenido escaño en algunas circunscripciones, que ir con esos mismos “X” Diputados aupados por un escaso número de votantes.

Por esto es, por lo que el llamado “Voto útil” no nos debe engañar, todos los votos son útiles, desde el primero hasta el último, se vote a la opción que se vote.

Desde estas líneas, quiero animar a todas las personas ecologistas, a todas las personas que saben que desde hace mucho tiempo venimos defendiendo esa lucha contra el “Cambio Climático” lucha a la que ahora parece que todos se suman, excepto Vox, pero que ha sido causada por las políticas que durante muchos años han venido desarrollando esos partidos que hoy se suman de “boquilla” a la lucha. Por eso, nuestra lucha contra el “Cambio Climático” es más una lucha contra el sistema que nos ha llevado a este punto y que desde los movimientos ecologistas venimos denunciando desde hace muchos años.

Hoy por hoy, la defensa del verdadero Ecologismo, el que defiende la transición ecológica, la justicia social y los derechos humanos, está representada en el Congreso de los Diputados por Juantxo Uralde, diputado de Unidas Podemos y por eso, por lo necesario que es contar con millones de votos, mi voto en las elecciones de este próximo domingo será para Unidas Podemos

José Manuel Zúñiga Suescun
Concejal de Medio Ambiente del Ayto. de Logroño
Grupo Municipal Unidas Podemos
Ex-Secretario de la Comisión Ejecutiva Federal de EQUO
Ex-Coportavoz de EQUO-Verdes de La Rioja

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Con Sentido de lo Común

El día 26 de mayo la ciudadanía de Logroño tiene una cita en las urnas para elegir alcaldía. Y va a ser una auténtica celebración por muchos motivos. Unos dirán que se trata del momento más importante de la democracia, cosa que no es verdad: la democracia se ejerce día a día, al ir a clase, al abrir la persiana de la tienda, al subir al autobús o al dar el beso de buenas noches a los hijos… o a los nietos.

Otras dirán que es un dichoso día de primavera en el que la corriente estatal va a acabar con un cuarto de siglo de gestión faraónica, privatizadora, a espaldas de las personas y del entorno.

En realidad para mí, como cabeza de lista de Unidas Podemos (Podemos Izquierda Unida y Equo) es también la celebración de que por fin nuestras tres patas programáticas, la social, la de la recuperación de lo público y la ambiental ha sido asumida por todas las formaciones políticas. O al menos eso dicen. 

Pero va a ser que no. La izquierda, representada en la amplia coalición de unidad que la sociedad ha pedido durante años, sabe muy bien quiénes han privatizado lo público, quiénes han puesto el déficit por encima de la dignidad y los derechos de las personas, quiénes han usado la excusa del desempleo para olvidar las medidas de transición energética y de lucha contra el cambio climático que nos urgen, no ya solo para crear empleo y salvaguardar la salud de la gente, sino sencillamente para salvar nuestra especie.

Sabemos también que todos los que en campaña tienen en cuenta nuestros derechos, nuestro medio ambiente y nuestro patrimonio son los que luego te dicen que es inevitable el ajuste, el recorte, la falta de servicios. Mientras hacen una estación faraónica se olvidan de paseos, árboles, equipamientos, centros de salud, centros cívicos y todo tipo de servicios  y necesidades. Mientras piden que pase el AVE se olvidan de las necesidades de transporte urbano con núcleos de población casi aislados, desvertebrados, comunicados con la ciudad con frecuencias imposibles. Dicen en el PP que harán que el autobús sea gratuito para los jóvenes. ¿Qué mas da, si los festivos tienen que esperar media hora para ver un autobús? Cuesta menos ir andando. En tiempo y en dinero.

Nadie se pone a pensar de verdad en las mujeres, en las personas en riesgo de exclusión, en los colectivos que son aún ridiculizados o atacados por su condición, su elección sexual o su etnia. Seguimos teniendo una ciudad casi imposible para la diversidad motora. Solo la educación de la gente contribuye a paliar un poco la selva en que la desidia ha convertido nuestras calles, al servicio del automóvil y del ocio ruidoso.

En medio de este panorama nos preguntan por qué es necesario y urgente que Logroño declare la emergencia climática. Por qué el medio ambiente y no todo lo demás. Pues es de puro sentido común: porque declarar la emergencia climática implica luchar contra todo y todos los que están amenazando cosas que damos por supuestas: la salud de nuestro aire, abrir el grifo y que salga agua, el cuidado de las personas vulnerables, la protección de la economía de barrio, el transporte eficiente, pensado, diseñado con un mínimo de lógica. Defender lo público, recuperar lo (mal) privatizado y fijar las prioridades en que las personas no tengan que escoger entre la calefacción o el colegio de sus hijos; entre pagar la luz o comprar para comer.

Trabajar por la justicia ambiental y por la transición energética es pensar en empleos de calidad, es pensar en ecofeminismo, en la solidaridad (qué poco empleamos ya esta palabra) y en la pacificación de nuestra convivencia, lastrada por el coche y fija en el uso ciego de las tecnologías.

Claro que estamos en emergencia climática. Porque lo primero es respirar. Pero es de sentido común (de sentido de lo común) que la lucha ambiental, en nuestro Logroño es también lucha social, lucha por la inclusión. Lucha por poner a nuestra ciudad en la vanguardia del siglo XXI.

Pero no de boquilla. Con sentido común. Por eso esperamos tener el voto de la ciudadanía logroñesa.

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